FALTÓ UN ÁNGEL
Y no. La verdad que no sé.
No tengo la posibilidad de determinar con precisión si era la solución. Pero tenía un pálpito, y en el fútbol, contra eso no hay mucho por hacer.
Y no. No estoy segura.
A lo mejor me equivoco. Pero lo soñé. En algún momento de mi vida se me cruzó por la cabeza que su historia se repetiría para ampliar las páginas doradas con estadísticas inéditas.
Ya no tengo forma de comprobarlo.
Quizás haya sido un deseo y nada más. Pero creo que iba más allá de eso. Porque en algún lado lo vi. Y fue brillante.
Había un Ángel. Tan tímido como aclamado.
Levantaba una copa, esa que todos deseaban. Observaba sus alas en el reflejo de sus curvas plateadas mientras lo trasladaban durante una gran celebración que duraba horas, días y hasta se inmortalizaba en el corazón de todos los que lo imaginaron cada noche.
No te voy a mentir. Yo también lo esperaba.
Se me escapó una sonrisa. Algo extraña, quizás. Consciente de que mis colores son otros, pero a veces la admiración puede ir un poco más allá.
Las miradas se paralizaron. Puedo jurarlo.
Su nombre resonó golpeando los tímpanos de todos los que estaban atentos a esa final. Se calzó los botines y quitó la pechera de su dorsal para lucirla con orgullo.
Y no. La verdad que no sé.
Ojalá esté equivocada, pero hasta la próxima, seguiré opinando lo mismo. Faltaba él. Su aura mágica. ¿El talento? Innegociable. Pero el destino decidió que aquel cambio inminente se frenara para prolongar la agonía y la incertidumbre.
Los minutos siguieron pasando.
Ya no había chances. No existía forma de que pusiera un pie en el campo de juego. Faltaba un Ángel, del gol, de tacos, de gambetas. El temperamento canalla y un corazón argentino que late fuerte cuando sus pies rozan la pelota.
Y sí. Estoy segura.
Faltaba Correa. Que ahora, no tendrá Copa América, ni un viaje a Japón... Pero sí Juegos Olímpicos. Esta vez habrá Río, revancha y festejos, donde veremos al futuro en acción para honrar la historia de glorias pasadas.
Giuliana Pasquali
@giulipsl